«Rescatando la historia: Tello y el Pariakaka» (2023) es un documental que cuenta dos historias: la de Julio C. Tello en una mirada rápida como arqueólogo, pero sobre todo como gestor cultural; y otra, que narra la inquietud y voluntad de su director, Carlos Andrés García, por rescatar un antiguo rollo de película. Estas dos tramas se entrecruzan para contar el trayecto de vida de Tello y su pasión por la cultura andina, en un relato que acentúa algunas facetas de la vida del insigne huarochirano.
Si bien Tello se nos presenta como el eje articulador, la historia conexa es igual de atrayente, y sería la vivida por el propio García. Este es el retrato de la pasión de un hombre, el retrato de un cineasta y un entusiasta investigador, cuya diligencia es realmente contagiosa. García como trabajador del Centro Cultural de San Marcos tiene oportunidad de ver en los depósitos dos latas de película de 16mm que incluían una escueta referencia a Tello y al grupo de danzas Kon Iraya Pariakaka (fundado por Tello), a partir de eso se embarca en la ardua labor por lograr visualizar su contenido, aunque algunos retos se le presentarán en el camino: la pandemia de la COVID-19, las lagunas documentales a las que su pesquisa se enfrenta y las dificultades técnicas que acarrea tratar con negativos de casi 100 años. Al final del recorrido tendrá más de una recompensa.
El ritmo de la película es mesurado aunque mantiene el suspenso por momentos, sobre todo cuando vemos a García emprender su rescate; el montaje y la posproducción también se destacan —en especial la secuencia inicial—, sin embargo las dramatizaciones están un peldaño más abajo, se nota la práctica amateur de los actores, aunque eso no distrae ni perturba la historia; mención aparte merece el poder de convencimiento del director para lograr que colegas y extraños se animen a actuar algunos pasajes.
Dejando las cuestiones técnicas de lado, la película tiene varios méritos, pero quisiera resaltar uno: su apuesta por la identidad. Se podría decir que la película es histórica y, en efecto, lo es, pero ese término resulta insuficiente; es el relato identitario más atrayente, e incluso, urgente. Primero habría que aclarar que estamos ante la vida intelectual de un indígena, que así es reconocido aún hoy. Segundo, Tello se nos presenta preocupado por rescatar la identidad de su terruño, por eso la creación de Kon Iraya Pariakaka y su interés por hacerlos concursar en Lima, la capital desdeñosa a la que buscamos convencer o demostrar que nuestras culturas perviven. Y, finalmente, evidenciando lo anterior dicho, tres generaciones de huarochiranos empeñados en hacer memoria, en impedir que el olvido nos arrebate lo nuestro.
Puede sonar cansino en oídos de muchos hablar de identidad, de «lo nuestro», quizá conviene ver este documental y detenerse con atención en el canto de la anciana ante los pies de un apu (!), pues allí García condensa todo el poder de su propuesta. Además, su llamado al recuerdo y la acción, con el mismo compromiso de Tello y de sus paisanos de hoy, es un trabajo elogiable que debe ser imitado para recordar quiénes somos y de dónde venimos.